Wein, autor, entre otros libros, de 'Fútbol a la medida del niño' y 'Fútbol a la medida del adolescente', aseguró hoy que lo que le ha hecho decidirse a trabajar para el Athletic es su particular filosofía, única en el mundo. "El Athletic es, junto con el Santa Cruz, de México, el último club deportivo de fútbol en el mundo, porque todos los demás son empresas que quiere generar recursos económicos", afirmó.
A la hora de desgranar su concepción de trabajo con el fútbol base, Horst Wein, citando al ex seleccionador alemán y campeón del mundo Jurgen Klissman, parte de la premisa de que el fútbol "tiene un retraso de al menos 20 años en su desarrollo en relación a otros deportes de equipo".
Cree que el gran problema es que todas las competiciones en el fútbol base "están mal estructuradas y no se corresponden con la capacidad física e intelectual del niño", persistiendo el error de comenzar con el fútbol-11 cuando "ni un benjamín ni un alevín saben leer el juego".
A su juicio, esta práctica errónea de los clubes ha propiciado que "en los últimos diez años" las canteras sólo hayan sacado "frutos secos sin jugo" por haber "tenido prisa y haber expulsado a los niños del jardín de la infancia, dejándolos jugar prematuramente un juego complejo como es el fútbol de once contra once".
Wein entiende que "el mejor entrenador del mundo es la propia naturaleza" porque "quiere que los niños sean niños antes de convertirse en adolescentes y luego en adultos", y se deben "copiar sus leyes en todos sus clubes convenidos".
Abundando en esta idea, señaló que no se debe empezar jugando a fútbol "con cinco o seis años", porque "con la vida sedentaria que llevan los niños, tiene grandí simas deficiencias en su coordinación y no dominan su cuerpo". "Antes de dominar el balón hay que dominar el cuerpo, y eso se consigue con escuelas de iniciación deportiva", explicó.
"Empezamos jugando tres contra tres con cuatro porterí as porque es la mejor forma de iniciarse en el juego. Después jugamos fútbol 5 durante un año. Y luego, fútbol siete. Después hacemos una competición puente entre el fútbol 7 y el fútbol 11, que es el fútbol 8, entre las dos áreas reglamentarias del penalti", explicó.
La aplicación de este modelo pasa por un trabajo de "orientación para los formadores" de los niños. "No vamos a tener entrenadores, sino formadores que forman, no sólo un futuro jugador, sino la personalidad del joven por medio el fútbol", apuntó.
NO COMPETIRAN HASTA INFANTILES
Wein considera que "la competición debe ser como en zapato y debe adaptarse al crecimiento del niño". Por ello, en el primer ciclo, entre los siete y los 13 años, en lo que denomina "escuela de iniciación", sólo habrá "competiciones internas entre los jugadores del propio equipo del centro escolar o del club convenido". "No hace falta que con ocho o nueve años se inscriba al niño con una ficha en la federación vizcaí na y pagar al árbitro; se pueden ahorrar muchos gastos haciendo sólo competiciones internas", dijo.
A partir de los 14 años, los jóvenes entrarán "en una escuela de excelencia deportiva, en la que la mitad de la enseñanza son actividades específicas del fútbol, y la otra mitad actividades multilaterales".
En el último ciclo, los jugadores "serán instruidos en el Centro de Alto Rendimiento que se va a crear para preparar durante tres años ese talento".
Wein, que estima que la edad a la se pueden ver los primeros "éxitos" de este trabajo se sitúa "en torno a los 12 años", cree que su aportación también puede "maquillar ciertos defectos en el equipo profesional, siempre con el permiso del técnico". En este sentido, prometió ponerse "a disposición del señor Caparrós cuando él lo considere necesario, no para instruirle, sino para estimularle".
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