domingo, 15 de diciembre de 2013

"A falta de talento, mucho orden"


A falta de talento, mucho orden. Esta frase del técnico gallego Arsenio Iglesias resume a la perfección la idea de que cuando un equipo de fútbol atraviesa por una situación de crisis y las cosas no salen en el aspecto técnico, debe de suplirse con un compromiso y un rigor táctico mayúsculo.

La actitud del futbolista en competición depende de diversos factores: implicación, sentimiento de pertenencia, motivación, estado físico,  ... pero debe de anteponerse a la aptitud por encima de todo. 

Un jugador debe de ser responsable en sus tareas con el equipo y saber que la suma de las partes es lo que hará que un grupo alcance el éxito o el fracaso. Pero lo más importante es hacerle sentir que forma parte de ese todo y que su contribución es relevante para conseguir el objetivo. Esa es tarea del entrenador.

En categorías amateur, no encontraremos mentes como la de Michael Jordan o Rafa Nadal. Es más, un gran porcentaje de jugadores tienen aptitudes para jugar en categorías superiores, pero sus aptitudes mentales les ha limitado a la hora de conseguir sus sueños.

Ser trotón cuando el partido te exige más, no distinguir cuales son las necesidades del equipo en función a las diferentes fases del partido, caer con facilidad en provocaciones del contrario, salirse del partido por una decisión arbitral, tocar cuando hay que desplazar o viceversa, salir al campo sobreexcitado o sobradamente relajado ... son actitudes que podemos ver en 3ª División, Preferente y resto de categorías inferiores cada fin de semana.

Cambiar estas pautas individualmente para que el grupo salga de su estado de enfermedad vírica no es nada sencillo. En esa situación me encuentro actualmente y es algo que aunque no deseo, me está ayudando a crecer como entrenador. 

Todos sabemos que se aprende cuando las cosas van bien, pero cuando van mal, se hace el doble. Principalmente con temas relacionados con la gestión de grupo. Seguiremos probando fórmulas, hasta que sanemos al enfermo  a base de trabajo y entusiasmo.

La escena de "Un domingo cualquiera" en la que Al Pacino se dirige a sus jugadores, deja una reflexión que encierra toda la verdad que se esconde en un vestuario y con mayor trascendencia cuando hay una crisis de resultados.





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