miércoles, 22 de septiembre de 2010

Formación: Creatividad, inteligencia y pensamiento colectivo


La formación constituye, en nuestras vidas, el elemento más transcendental de todos. La manera en la que nos moldean, repercutirá inevitablemente en nuestra personalidad, y principalmente en nuestro conocimiento. En cualquier ámbito, en cualquier sector, se recurre a la formación para potenciar el valor humano y de este modo contribuir a una mejora profesional de quienes la reciben.

Desde que empecé a trabajar con niños/as, en su formación como futbolistas y también como personas, me interesé por buscar vías alternativas que no repitiesen modelos arcaicos y desactualizados. Siempre he visto fallos, en la escuela tradicional, aquella que se dedica a monitorizar y mecanizar aspectos técnicos, sin tener en cuenta factores tan fundamentales a la hora de ayudar a los jóvenes en su comprensión del juego.

Mi interés por buscar recetas alternativas, hizo que buscase referencias con éxito. Leer y aprender de los mejores, escapando de las estructuras inamovibles que enferman a miles de escuelas, creo que debe de ser una obligación para todo aquel que quiera enseñar realmente a jóvenes a jugar al fútbol. De lo contrario, seguiremos haciendo mal lo que hasta ahora ha supuesto un camino pedregoso en la enseñanza de este deporte.

En primer lugar, un entrenador de bases tiene que tener en cuenta, que no está trabajando con futbolistas en miniatura, sino con niños/as, por lo que debe de conocer cada categoría por la que pasa el joven. Tiene que adaptarse a la mentalidad del niño y aplicar un tipo de lenguaje acorde a esa determinada etapa. Como consecuencia de estas insuficiencias se ha producido la carencia más notoria en la mayoría de escuelas, la creatividad.

Según Eduard Punset, hay que despertar la curiosidad, la capacidad de elección y el control de las emociones, para poder facilitar la creatividad del niño/a. Es decir, que debemos de trabajar la motivación, como vehículo para alcanzar estos tres objetivos. Tenemos que realizar sesiones de entrenamiento que estimulen el interés del niño/a por el juego.

Por ejemplo, ¿por qué queremos manifestar una presión adelantada, que estamos trabajando a través de un juego determinado?, en ese momento estaremos despertando el deseo del joven por aprender. En este caso le transmitiremos que nuestra idea es la de recuperar la pelota en zona de iniciación del rival, en lugar de hacerlo en la zona de creación. Objetivo cumplido.

La capacidad de elección implica una libertad en el desarrollo de sus ejecuciones, de sus acciones. Detesto a los técnicos que automatizan todo, y esclavizan a los jugadores incluso con la pelota en los pies. Para contribuir en su creatividad tenemos que dar rienda suelta a su imaginación. Hasta los 14 años son esponjas, y desestimar su capacidad de absorción, es un fatídico error que cometen muchos entrenadores.

El tercer punto de Punset hace referencia al control de las emociones. Una de las tareas más importantes de un formador, es la de vigilar y detectar el estado emocional del niño/a en su relación con el juego. Aunque nosotros seamos un referente, el joven tiene que venir educado de casa. Me refiero a su comportamiento en el terreno de juego. Como debe de responder emocionalmente a los diferentes contextos que se presentan en un encuentro. Desde aprender a controlarse en un determinado lance del partido, hasta saber dar respuestas emocionales en la interpretación de una situación, como por ejemplo una transición defensiva o un rápido contraataque. Y si señores, todo esto, es entrenable.

Hace unos meses descubrí a Horst Wein, teórico alemán, experto en modelos formativos dirigidos al fútbol base. Wein, es autor, entre otros libros, de 'Fútbol a la medida del niño' y 'Fútbol a la medida del adolescente', cuya lectura recomiendo, no solamente para aquellos que se dedican a trabajar con niños/as y fútbol, sino para cualquier persona que esté interesada en la formación en su etapa inicial.

Horst defiende aquellos principios que dan a la creatividad todo el protagonismo que se merece. Ha diseñado una estructura revolucionaria, lo que le ha permitido poder trabajar con varios clubes profesionales en los que ha dejado su legado, entre ellos el FC Barcelona, siendo el Athletic de Joaquín Caparros el último en hacerse con sus servicios.

"Realizar ejercicios de técnica es realmente necesario, pero practicarlos sin tener una referencia al juego, no tiene mucho sentido. El aprendiz necesita un contexto de juego, antes de ejercitarse en la técnica pura". Sin embargo, por norma general se suele comenzar de manera contraria. Primero la técnica y más tarde te enseñaremos como se juega, cuando son dos aspectos totalmente compatibles y alternables.

Wein entiende que "el mejor entrenador del mundo es la propia naturaleza" porque "quiere que los niños sean niños antes de convertirse en adolescentes y luego en adultos". El alemán ha creado una gran cantidad de ejercicios y propuestas, adaptados a cada etapa del niño/a, en los que el cerebro del joven se empapa de todo lo necesario para desarrollar su inteligencia, y sobre todo su capacidad para la inteligencia colectiva.

Para concluir, quiero lanzar una reflexión, principalmente para los formadores de jugadores de fútbol.

"Trabaja la mente de tus jugadores, su inteligencia y pensamiento colectivo. No te obsesiones por la repetición y si por la libertad de sus acciones. Luego entra en escena y transmite cual es tu idea de juego. Verás como todo es más fácil, habrás creado cerebritos capaces de descifrar tu mensaje con mayor claridad", Pipa Gozalbes.

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