miércoles, 22 de octubre de 2008

¿Qué dijo Benítez en el descanso?

Benítez: "En el descanso he dicho a los jugadores que lo teníamos que hacer bien por nuestra afición"

Anoche ví en diferido por Teledeporte el Liverpool-Milán, y me prometí recabar información por internet acerca de que demonios sucedió en el descanso de ese partido para que se produjece un hecho casi milagroso. Fue posiblemente una de las mejores finales de la historia, y me alegro de haberla vuelto a ver, porque la primera vez fue en Murcia, en una mini tele, típica de piso de estudiantes.

Remontar un 3-0 al Milán de Maldini, Kaká, Pirlo y Shevchenko no está al alcance de muchos. Sólo es una tarea destinada a los ilusos, a gente con corazón, que defiende unos ideales, una camiseta como la del Liverpool donde la entrega, el pundonor y el espíritu de los códigos de Anfield, invitar a no firmar nunca la rendición.

Nunca una final parecía que iba a durar tan poco. Apareció Maldini, el gran capitán del Milán a los 50 segundos, y reventó el partido. Se cumplía el primer minuto y el Milán se agarraba ya a la Copa, su teórica séptima Copa de Europa, un número simbólico en su día para el Real Madrid y que servía en ese momento de acicate para 'cazar' las nueve del Madrid. Sin embargo, se confió y lo pagó caro.

El Milán jugó con inteligencia el primer tiempo. Cierto es que aprovechó un error de concentración en el marcaje a Maldini, pero luego apareció Kaká, con un talento sin techo, descomunal en la visión de juego, y con una facilidad pasmosa para buscar la profundidad de Hernán Crespo arriba.

A la contra, fulminó el Milán al Liverpool. El 2-0 llegó con el Liverpool protestando una acción anterior. Un posible penalti de Maldini, que tocó el balón con la mano delante de Luis García. Todo el Liverpool se fue a por Mejuto González. En ese contragolpe, Crespo masacró al equipo de Rafa Benítez.

No mereció tanto castigo el Liverpool. Su afición invita a jugar revolucionado. Nunca dejó de animar a los suyos. Ni con el 3-0 en contra. No se arrugó el Liverpool, con Sami Hyypia intentando tirar de casta en el juego aéreo.

Antes del segundo tiempo, Rafa Benítez ya no pudo contar con Kewell, lesionado. Salió Smicer en su lugar. Y fue importante su concurso. El Liverpool sacó el orgullo y con el aliento de su gente se metió en el partido. Jugó Gerrard en todas las posiciones. De medio centro, en la banda, de nueve a la hora de pisar el área. Un espectáculo de futbolista total.
Los jugadores grandes aparecen en los grandes partidos. Y uno de ellos es Steven Gerrard. Rugía el público de Anfield, cuando Gerrard mandó de cabeza el balón dentro del portal de Dida.

Fue un punto de inflexión. Gerrard levantó al Liverpool. Le dio alas y oxígeno. Y en un minuto, Smicer hacía doblar la rodilla a Dida. Un 3-2, que ponía el partido volcánico. Antes, ya Xabi Alonso había avisado a Dida que el Liverpool no iba a regalar nada.

Eran minutos de infarto. El Liverpool, en medio de una atmósfera intensa, se merendó al Milán. Gerrard dijo 'aquí estoy yo', entró en el área, le derribó Gattuso y el penalti, con suspense incluido, pues Dida lo paró en principio, lo anotó Xabi Alonso.

El estadio Ataturk se vino abajo. Con 20.000 tipos animando a coro acompasado a un equipo repleto de agallas, el Liverpool le pintó la cara al Milán. El fútbol control del Milán pasó a mejor vida y el Liverpool jugó a lo suyo. Acelerado, con arreones ante un Milán desconocido, que se desinfló de forma alarmante ante el empuje del club inglés.

Benítez acertó en los cambios

Primero con Hamann. Y luego con el que tenía en la agenda en su mente. Salió en la recta final Cissé, fresco, en lugar de Baros. El fútbol de trinchera le iba al Liverpool. Con un enorme Jamie Carragher atrás y un Hamann gigante en la transición. Tomasson entró de relevo de Crespo. Con el 3-3 se llegó al final. A los 10 minutos de la prórroga, Tomasson tuvo el partido en sus botas. El Milán volvió a tocar. Con Cafú ofensivo. Y con Shevchenko siempre peligroso arriba. Dudek sacó un balón de oro al ucraniano en la raya en la recta final del tiempo extra. El 3-3 dio paso a los penaltis.

Y ahí, Dudek estuvo inmenso. El Milán no acertó en los penaltis. El compromiso del Liverpool con Rafa Benítez resultó estimulante. Justo triunfo del Liverpool.

Lo que dijo Benítez en el vestuario jamás lo sabremos textualmente, sabemos que invocó al espíritu, a la fidelidad de una afición inigualable hacia los futbolistas que tenia delante. Apostaría mis botas nuevas a que se trató de un discurso idílico, de los de las grandes películas, aunque traten de fútbol americano. Imagino una charla cargada de sentimentalismo, motivadora 100 %, mencionando a los 10.000 diablos que esperaban fuera, con la fé de un hooligan herido. Your Never Walk Alone!, así fué, nunca caminó solo, y este amor lo devolvieron los jugadores, levantando un 3-0 a base de orgullo, casta y sobre todo fé. Sin duda Benitez lo clavó, actuando como entrenador e introduciendo cambios tácticos que dieron resultados eficaces, y como psicólogo y comunicador, transmitiendo a sus jugadores una fuerza emocional casi poderosa. Sin duda un icono para todos los que estamos empezando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pocos días después de la final leí en un periódico deportivo un comentario de Cissé, que decía que nada más entrar al vestuario Benitez dijo algo más o menos así:
Felicidades chavales acabais de pasar a la historia, vais a ser recordados a lo largo de la historia, bien por haber perdido la final más fácil y más patética de la historia, o bien por haber remontado 3 goles en la 2º parte al Milan...así que le picó en el orgullo y salieron como salieron.

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