domingo, 22 de noviembre de 2009

"Yo soy Iniesta y tu no"

Hay un cierto tipo de gran jugador que recibe el trato de los futbolistas corrientes. Lo que les caracteriza está siempre más cerca de lo excepcional que de lo ordinario, pero suelen convertirse en subordinados de cualquier medianía. Con Iniesta empieza a ocurrir un caso muy parecido al de Paul Scholes, probablemente el mejor jugador inglés de la gran generación del Manchester United.

No habrá jugador más apreciado por los profesionales, pero nunca recibió en la selección inglesa el crédito que mereció. Peor aún, fue desplazado de su posición natural para dejar el sitio a las estrellas mediáticas: Lampard, Beckham y Gerrard. A Scholes se le ninguneó en el campo y siempre ejerció de chivo expiatorio en los frecuentes trastazos de la selección inglesa.

Como Scholes, Iniesta es un futbolista que comprende el juego con naturalidad, sin estridencias, con una profunda sabiduría. Es un manual con piernas, el ejemplo donde debería mirarse cualquier centrocampista para aprender el oficio y cualquier futbolista para sentirse comprometido con su profesión. Fuera de Messi, no hay jugador más importante en el Barcelona. Sin embargo, su destino parece que tiene algo de preocupante.

Es hora de que el Barça y la selección reconozcan en Iniesta el indispensable jugador que es. Eso significa proclamar su importancia. Y eso se hace con decisiones que pueden no resultar populares políticamente. En el caso de Iniesta su categoría anima a una trampa: su nómada vida por el campo parece que se justifica por su condición de jugador total. Es bueno en todo, se le utiliza para todo.

Iniesta tiene un puesto muy definido en el campo. O figura en el eje, o se le impiden demostrar sus mejores cualidades. Este proceso de reconocimiento no puede esperar más, o puede volverse en contra del propio jugador. El fútbol es un mundo de clichés. Hace un año se dijo de Iniesta que era un jugador de 20 minutos. También se ha dicho que es un jugador sin carácter, de perfil bajo, sin quite, sin demasiada velocidad. Son falsedades perfectamente rebatibles que no merecerían un minuto de discusión.

Por desgracia, hay pocas cosas más difíciles para un futbolista que sobreponerse a los clichés. Una vez que se instala un tópico, la realidad no lo desmiente. Se debe proclamar lo que es evidente: es alrededor de Iniesta donde el Barça tiene que construir el equipo. Orillarlo, no apreciar sus méritos, supeditarlo a la celebridad de otros, es un error colosal que no se puede permitir ni el Barça, ni la selección española. Es algo clamoroso que Iniesta también necesita forzar. Ya es hora de que diga: 'Yo soy Iniesta y tú, no'.

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