
Vista esta particular definición, teneis que reconocer que todos somos, en un grado más o menos elevado, vanidosos. Y, por lo tanto, este es un aspecto de la personalidad humana que deberemos tener siempre en cuenta a la hora de trabajar en equipo.
Como a nadie le gusta expresar en público su vanidad ni reconocer que la tiene, el error a menudo está en gestionar el grupo sin tenerla en cuenta. O todavía peor, que el líder piense que la única vanidad que hay que gestionar es la suya.
Los equipos que tienen éxito- de fútbol, de gestión o de lo que sea- son siempre los más equilibrados en todos los sentidos, en el trabajo y en el elogio de las cualidades y las contribución de cada uno.
"La gente que se siente apreciada posee una actitud positiva, mayor confianza en sí mismos y habilidad por contribuir y colaborar. La gente con suficiente autoestima son potencialmente sus mejores empleados. Estas creencias sobre el reconocimiento son comunes y globales entre los empleados".- Microsoft Business.
Esta temporada dirijo un equipo de alevines (10 años), y jamás imaginé que a esa edad se pudiera ser tan vanidoso. Hay que trabajar incesantemente el reconocimiento en cada acción y con cada jugador; "Bien Samu, has estado brillante" -"Perfecto Aitor, pero todavía puedes hacerlo mejor", o de lo contrario el jugador se desmotivará. Es fundamental gestionar el reconocimiento equitativamente, o aparecerá acechando el monstruo de la envidia, el mayor de los pecados capitales en el fútbol.
Por lo tanto, la armonía del grupo es imprescindible y está basada en que cada una de las personas se sienta tratada de manera justa y proporcionada a su contribución. Es decir, que su grado de vanidad esté más o menos satisfecho.
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