viernes, 12 de marzo de 2010

Un domingo cualquiera


En 1999 Oliver Stone realizó una de sus mejores películas, siempre desde mi punto de vista, mostrando con crudeza y pasión el mundo del deporte profesional en el film "Un Domingo Cualquiera". Con el trasfondo de un equipo profesional de fútbol americano, Stone desgrana poco a poco los grandes enemigos que pervierten los valores del deporte hasta convertirlo en un sucio negocio:

Cameron Díaz interpreta a la joven y ambiciosa propietaria del equipo quien es capaz de tomar cualquier tipo de decisiones para lograr un beneficio económico. Decisiones que van en contra de la afición, tratando de llevarse el equipo a otra ciudad. Decisiones que van en contra de sus propios jugadores manipulando los partes médicos para que jueguen los que le interesan aunque tengan el riesgo de lesionarse de por vida o para que no jueguen los que deben dejar paso a las jóvenes estrellas. Decisiones que van en contra del equipo sustituyendo a un buen entrenador, un clásico que sabe comprender a los jugadores, por uno peor, pero más mediático, más acorde con la imagen que busca para el equipo.

• Un recientemente descubierto Jamie Foxx, que con esta película se abrió las puertas de Hollywood, que se mete en la piel de un joven jugador que tiene su oportunidad y pasa de la noche a la mañana, de ser un don nadie a ser la estrella del equipo. Un ejemplo de cómo el ego puede destrozar un equipo, de cómo las estrellas por muy buenas y mediáticas que sean, cuando sólo piensan en ellos mismos, en sus bonus, en sus patrocinadores, en su imagen, son un lastre carísimo para el grupo.

Dennis Quaid es el veterano quarterback que ve como su carrera deportiva toca a su fin, y aunque él lo acepta con resignación, su entorno le presiona sin escrúpulos para que juegue todo el tiempo posible, ya que por supuesto viven de él, y en el momento que se retire se les acabó la gallina de los huevos de oro.

Al Pacino, el veterano entrenador. Curtido en mil batallas, en mil partidos, probablemente con una imagen no moderna, pero con una gran habilidad para gestionar y motivar a las personas. Un líder con personalidad, que habla con su gente, que se esfuerza y trata de comprender a unas nuevas generaciones que chocan frontalmente con sus principios. Una persona que a pesar confesar haber “cometido todos los errores que un hombre de mediana edad puede cometer”, es capaz de mantener sus valores frente a la presidencia torticera, a los medios manipuladores y a los entornos interesados.

En definitiva, una película muy actual (¿No os suena a situaciones muy recientes de algún gran equipo?), que a los que nos gusta el deporte no enseña lo sucio del deporte profesional y lo maravilloso de la esencia del deporte, del equipo. Si alguno no la habéis visto, os recomiendo que no os la perdáis, sin duda es una de mis favoritas de mi colección de películas de deporte. Para que la recordéis los que sí la habéis visto, os dejo el fragmento de la charla que da Al Pacino a su equipo antes del último partido, que es una reflexión increíble para equipos que tienen problemas: “Ahora o nos curamos como equipo, o moriremos como personas

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