viernes, 12 de agosto de 2011

Sobre la huelga de jugadores


Partamos de la base de que reconocemos el perfecto derecho de los jugadores a convocar una huelga. El trabajador lo es, conduzca un deportivo o acuda a su puesto de trabajo en metro. Reconozcamos también que en lo que plantean no les falta parte de razón. El fútbol español está en serio riesgo. Es demasiado habitual ver cómo los clubes gastan por encima del techo razonable, de lo que dicta la razón presupuestaria, la falta de responsabilidad de los dirigentes, los desmanes de la patronal (LFP), la cobardía de la clase política (incapaz de acercarse al problema sin una peligrosa demagogia destinada a buscar el voto del hincha), etcétera, y alguien debería resolver este asunto.
Pero en lo que no estamos de acuerdo, en absoluto, es en que los jugadores de fútbol planteen el asunto como si ellos sólo fueran víctimas de la situación, como si ellos mismos no fueran en un porcentaje muy alto responsables de la situación actual. Y no hablamos de lo que cobran, sino del modo en que llegan a cobrarlo.

¿Son conscientes de que gran parte de la inviabilidad del fútbol español se debe a sus propios sueldos? ¿Aceptarían Casillas, Puyol, Llorente, Cazorla, Llorente o Xabi Alonso –por nombrar a quienes se situaban detrás de Rubiales en la foto- destinar pongamos un 10% de sus sueldos al ya famoso Fondo de Garantía? ¿Por qué los clubes –si los hay- que cumplen con un cierto rigor presupuestario han de hacerse cargo de las locuras financieras de terceras entidades en las que, no lo olvidemos, los sueldos a jugadores son el concepto más alto? ¿Por qué un club que ha visto cómo un jugador ha abandonado su barco por los cantos de sirena de otro equipo tiene además que pagar cuando ese otro equipo no cumple lo pactado con el jugador? En este sentido, cuizá convenga recordar que los sueldos de los jugadores supone hoy en torno al 60 ó 70% del presupuesto de un club de Primera División, y que este concepto ha ido haciéndose gradualmente más alto en los últimos veinte años.
Por ello ciertamente, los futbolistas también deberían de admitir su responsabilidad en la situación actual y tomar cartas en el asunto no solo en lo que a reivindicaciones se refiere. No se puede jugar por un lado al Monopoly de los sueldos desorbitados, de anteponer sentimientos a contratos firmados (“no soy feliz en este Club, me quiero ir a otro en el que casualmente me pagan más” es una cantinela demasiado habitual en nuestro fútbol), de la cultura del pelotazo (¿cuántos jugadores han tocado este verano la puerta del Málaga?), y por otro exigir una estabilidad laboral que descanse sobre las espaldas de terceros, reivindicar derechos derivados de contratos que cuando se firman se sabe que pertenecen al género de la Ciencia Ficción.
En ese sentido, cabe preguntarse ¿para qué les sirven sus representantes? ¿Acaso no se llevan millones de euros en comisiones precisamente por asesorar a sus representados en lo relativo a cuestiones fundamentales como la viabilidad del contrato firmado? ¿Acaso los representantes que la pasada temporada llevaron a sus jugadores al Hércules no sabían lo que era una evidencia, es decir, que o el Hércules hacía un temporadón o no habría manera de pagar los contratos que estaba ofreciendo? ¿No tenía mejores alternativas, quizá peor pagadas sobre el papel, pero más estables sin duda en la realidad? O por poner otro ejemplo… ¿quién debería hacerse cargo del sueldo de Roberto –portero recién fichado por el Zaragoza- en un hipotético escenario en de quiebra del equipo blanco? ¿Con qué palabras le habrá convencido el representante del jugador para que firme por un equipo que está en quiebra técnica? O por ponernos en un futurible no deseable… ¿por qué el resto de los clubes deberían de hacerse cargo de los sueldos de los jugadores del Málaga si en un futuro el actual dueño del club se aburre de su nuevo juguete? ¿Se han planteado este escenario (que ojalá no se dé nunca) Cazorla, Isco, Joaquín o Monreal? ¿Son conscientes de que si las cosas se tuercen –y las cosas a veces tienden a torcerse- los nuevos dueños del Málaga quizá se decidan por invertir sus petrodólares en otro lugar y en ese escenario sus contratos serán absolutamente inviables para quienes los hereden?
No vamos a entrar en otras cuestiones que están en la base de la convocatoria, como la idea de la LFP de que desde ahora las convocatorias de las selecciones se cuenten como vacaciones (una cuestión más compleja de cómo la plantean los futbolistas, que cobran y bien por jugar con la Selección en días también pagados por los clubes) o el asunto de los derechos de imagen. Tampoco vamos a llevar hasta el último extremo lo que equivaldría la consideración de los futbolistas como meros trabajadores, algo que no les interesa ni a ellos (que siguen clamando por derechos extraños a la libre circulación de trabajadores en Europa, por ejemplo) ni a los clubes (que siguen usando a los jugadores como activos del club). Pero sí tenemos claro que en este conflicto, aun cuando la patronal ejerce de patronal (la LFP), los jugadores no pueden actuar solo como trabajadores, pues de su responsabilidad y la de sus representantes ha nacido en gran parte la situación que ahora viven.

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