domingo, 5 de octubre de 2008

El fútbol según Cruyff



Vivimos devorando el día a día, somos fieras de minimizar las satisfacciones, las preocupaciones tiene ocupadas a nuestras neuronas, si te detienes a saborear las alegrías de la vida parece que invernas y que cuando llegue la primavera habrá muchos por delante de ti. Es la sociedad competitiva, la autodestrucción del placer de las pequeñas cosas, la presión del ipso facto y el alejamiento del pequeño detalle.

Por esto, Cruyff es un maná, un regalo de la naturaleza para todos los que amamos este deporte. Sus futbolistas, aquellos que sacó de sus casillas en su día, le adoran. Han llegado a la madurez y disfrutan recordando a Johan en estado puro. Cuando jugaban para él, sentían que eran los pioneros de una filosofía, la motivación era ganar para cambiar el fútbol, les hacía sentirse héroes en busca del rescate de un fútbol que caía en la mediocridad. Era la filosofía del espectáculo, el fútbol en su máxima expresión, todos debían jugar con inteligencia, con técnica y en función de una velocidad de balón que levantara al respetable de sus asientos. Durante años se escribió que la estrella era Cruyff y que le molestaba que los jugadores ganaran más protagonismo que él. Cuando se escribían estas líneas, se demostraba que no se entendía la filosofía Cruyff.

En la filosofía Cruyff, el jugador nunca sería la estrella, el auténtico crack era el balón. Cruyff es el sabio de la simpleza. Todo lo argumenta desde los detalles más simples, con una agudeza mental que siempre le hace estar en ventaja y un dominio del juego que le hace estar a otro nivel.

Hizo sentir a sus jugadores que el fútbol no era un trabajo, mientras Sacchi fue un Dios como entrenador desde la vía del trabajo y la eficiencia, Johan les hizo amantes de la pelota y del juego. Transformó el entrenamiento en fútbol de calle y todo lo reducía al juego de niños. Buscaba lo simple del juego en la calle y consiguió triunfar… sus decisiones siempre sorprendían pero era por el desconocimiento de la filosofía Johan.

Los jugadores, que se divertían como niños, se dan cuenta ahora que nunca llegaron a comprender al 100% al profeta. Cuando Johan dice una frase simple está expresando algo muy complejo. Todos los que son ahora entrenadores, se dan cuenta de la capacidad de síntesis de Johan.

Las alineaciones eran un auténtico juego. Los jugadores estaban expectantes, y la manera de hacer la alineación de Johan y Charly era tan simple como en el fútbol de calle. En la calle, los dos capitanes eligen los equipos… pues en el Barça cada uno hacía su equipo, lo ponían en común y leían la prensa. Si coincidían los nombres y el dibujo con el que daba la prensa… lo cambiaban. Si situaban una delantera con Stoichkov por la derecha, era seguro que jugaría por la izquierda… si situaban a Txiki pondrían a Goiko

Transmitían esto a sus jugadores, el fútbol como juego. Era el principio de un trabajo psicológico excepcional que sirvió para ganar una Copa de Europa en un club donde la presión limitaba el rendimiento de todo el que llegara. La presión no existía y tomaban decisiones para ver que no sólo eran palabras sino realidades. Un ejemplo lo tenemos en los jugadores que volvían a casa. Eran condenados al banquillo. Si tocaba jugar contra tu ex equipo tu posición era el banquillo porque ibas a jugar con presión… y en el fútbol de la calle no existe la presión sino la PASIÓN POR LA PELOTA.

Para el profeta del gol, el equipo debía estar al servicio del balón. Todos los entrenamientos se basaban en mejorar la velocidad del balón, obligaba a los cracks a presentar el balón muy simple al compañero menos hábil para que este no tuviera dificultad en mover rápido, con precisión y sin fallo. Obligaba a jugar con inteligencia, no permitía que se le diera un pase a un jugador a la pierna mala, decía que la culpa no era del que recibía sino del que pasaba…todos los entrenamientos se basaban en los pequeños detalles, que más tarde, darían paso a un gran mural llamado Dream Team.

El gran defecto y la gran virtud de Johan siempre ha sido no saber perder. Lanzó un órdago al mundo del fútbol antes de aquella final: “Nosotros fichamos a Romario, ellos fichan a Desailly.. con esto se dice todo”. Se confundió con prepotencia, el sabía que esa final significaba mucho más que una final. Murió de pié a manos de un entrenador que entendía el fútbol como un trabajo… y no supo asimilarlo. La locura Cruyff en el vestuario escuchando los cánticos de a Fossa dei Leoni y las decisiones tomadas en el autobús de camino al aeropuerto marcaron el final de la etapa de Johan como entrenador. Siguió dos años pero se había acabado el encanto porque Cruyff nunca luchó por ganar ligas… sino por cambiar el fútbol. La batalla la había ganado el banco de lo táctico, lo físico, del fútbol resultadista… Cruyff era diferente, único… con Franz Beckenbauer, los auténticos genios del fútbol. Los auténticos amantes del fútbol saben que no han sido los mejores jugadores de la historia, pero son los más grandes. Siempre han sido unos adelantados a su tiempo. Con el paso de los años comprendes lo que han sido… como todos los genios la incomprensión y la polémica, ha sido la tónica en su día a día… Sólo así podemos entender que un colegiado como Díaz Vega, desempeñando un papel vergonzoso, se atreva a poner en tela de juicio a Johan Cruyff… o que Franz Beckenbauer diga que los árbitros no están haciendo bien su trabajo y esto se convierta en doctrina UEFA.

Johan y a Franz. Auténticos adelantados a su tiempo… cuando eran jugadores innovaron y modificaron el destino del fútbol. Uno jugaba por libre y otro de libre. Ambos eran los más jóvenes pero ambos eran el “Kaiser”, jugaban pero sabían más que el entrenador, ambos entrenaron y mandaban más que el presidente, siempre un paso por delante, fueron visionarios y le dan luz a un fútbol que se apaga sin que el aficionado de a pié se de cuenta.

Su influencia no se limitaba al terreno de juego, ese espacio siempre les quedo pequeño, dominaban a sus compañeros, a sus jugadores cuando jugaban, a los directivos y a la prensa. Beckenbauer siempre fue más prudente, era elegante y sentir que nadie podía hacerle sombra en el mundo del fútbol le bastaba. Lo ganó todo como jugador, entrenador, presidente y como organizador de un Mundial lo bordó.

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